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29.10.07

En algunas ocasiones, cuando la luna se apagaba para dar paso a la nada, ella me miraba en el trayecto oscuro de nuestros días, como si fuera yo un laberinto mágico de estrellas. A veces era plana y sin fuerza, otras era fría y distante, pero siempre volvía a ser la misma, un torrencial sonido sincronizado a mi pecho, un demencial calor que me acercaba cada vez mas ella, lo era todo, nunca importo el precio o la resaca, solo era ella y yo en las nubes, junto al viento, haciendo todo para que la luna no dejara de girar. Eramos como dos desconocidos en un encuentro casual y sin mayor importancia que el sentir, tomando dosis mayores que nos hicieran llegar al mismo sitio. En ocasiones, me miraba con una mueca burlona dibujada en su rostro de espuma, mientras mis dedos eléctricos jugaban al pirata con su lengua de acero luminoso.

ITZEL MUNGUIA

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